sábado

No volteas.

No voltearás nunca,

y nunca sabrás

cuantos días pasé pegada al monitor, observando tus ojos.

Que mi talón de Aquiles sean los chicos sensibles como tú.

Que mi talón de
Aquiles me haga hacer estupiedeces.

A veces no entiendo como la vida puede seguir sin esta intensidad.


Hay hombres tan peligrosos. Tan peligrosos que no puedo evitarlos.

No entiendo como me emociona tanto.

Y él le escribe cartas a alguien más. Iniciales menos.

Perder la cabeza. Desde hace cinco años no pierdo la cabeza...

martes

Amo la belleza. 



¿En qué podría trabajar amando la belleza?

Soy tan inconforme. 

Tanto.
Mahler a las doce de la noche como un bálsamo. 

Mahler, como un recordatorio de que estás ahí. 

Mahler.
Que la eternidad terrible
se derrame por tus hombros. 
Que la eternidad terrible te deje
un beso en la rodilla, 
en el esguince. 

Que la eternidad terrible
te contrate. 

Que la eternidad terrible te diga para qué sirves.

No descansar
hasta que un rescoldo de luz
entre por los ojos
que, de tiempo en tiempo,
se irritan por el volumen de tus pestañas
o por el delineador árabe
que dejaste difuminar en la mañana.

No descansar,
hasta que la lista de pendientes
en el orificio de las cosas
salte
y de un soplo deje inconciente
a todo este tiempo perdido
a todo este tiempo muerto
entre los dedos,
entre las sábanas
entre los recuerdos.

no descansar,
hasta que las mismas calles
vuelvan a ser las mismas

hasta que el lenguaje
de apoco,
te vaya tomando de la mano
te haga decir lo que piensas
no cuando lo piensas,
sino cuando sea necesario.

No descansar
hasta que el cristal de tus ojos
se derrame
y no vuelvas a ser la misma nuca
y no quieras volver a ser la misma.