martes


No descansar
hasta que un rescoldo de luz
entre por los ojos
que, de tiempo en tiempo,
se irritan por el volumen de tus pestañas
o por el delineador árabe
que dejaste difuminar en la mañana.

No descansar,
hasta que la lista de pendientes
en el orificio de las cosas
salte
y de un soplo deje inconciente
a todo este tiempo perdido
a todo este tiempo muerto
entre los dedos,
entre las sábanas
entre los recuerdos.

no descansar,
hasta que las mismas calles
vuelvan a ser las mismas

hasta que el lenguaje
de apoco,
te vaya tomando de la mano
te haga decir lo que piensas
no cuando lo piensas,
sino cuando sea necesario.

No descansar
hasta que el cristal de tus ojos
se derrame
y no vuelvas a ser la misma nuca
y no quieras volver a ser la misma.

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