El cuento de una mujer que vio por última vez el agua; y se dirigió a su tierra, después de noventa años de historias...
Los puertos de Sidón
miércoles
Estas sentado junto a mí. Como el dador de historias que no sabes que eres, me regalas imagenes que atesoraré después, en otro tiempo u otro espacio. Noches como esta me hacen pensar en lo disfrutable que es todo. Hablar con alguien del mundo, habler con alguien y después llegar a escribir todo lo que descubrimos. "Miren su cara, contar historias lo lleva en la sangre".
Me gusta imaginarme historias que están a miles de kilómetros, a miles de años de aquí. [Basta un segundo para desaparecer]. Me gusta imaginarme, como una historia de efrits y de jeques, un lugar lejano en donde una mujer vio por última vez el mar. Me gusta imaginarme que los mismos ojos me vieron hace años, cuando yo todavía no podía nombrar las cosas. Que mi madre llevo un nombre y que no es el azar el que me permitió leer ahora. Me gusta imaginarme las historias que se transmitieron en un barco, cuando mi existencia no estaba pensada por ningún dios, ni ningún hombre. Me gusta pensar en sus ojos negros, me gusta pensar en las palabras pronunciadas de un mar a otro. Me gusta pensar en la arena desapareciendo sobre sus pies pequeños.Me gusta pensar que contar historias lo traemos en la sangre. Me gusta pensar que soy producto de una tradición de cuentos. Que por eso me gusta escribir y contar historias.
Me gusta pronunciar palabras. Crear mundos y descubrir...
sábado
No volteas.
No voltearás nunca,
y nunca sabrás
cuantos días pasé pegada al monitor, observando tus ojos.
Que mi talón de Aquiles sean los chicos sensibles como tú.
Que mi talón de
Aquiles me haga hacer estupiedeces.
A veces no entiendo como la vida puede seguir sin esta intensidad.
Hay hombres tan peligrosos. Tan peligrosos que no puedo evitarlos.
No entiendo como me emociona tanto.
Y él le escribe cartas a alguien más. Iniciales menos.
Perder la cabeza. Desde hace cinco años no pierdo la cabeza...
martes
No descansar
hasta que un rescoldo de luz
entre por los ojos
que, de tiempo en tiempo,
se irritan por el volumen de tus pestañas
o por el delineador árabe
que dejaste difuminar en la mañana.
No descansar,
hasta que la lista de pendientes
en el orificio de las cosas
salte
y de un soplo deje inconciente
a todo este tiempo perdido
a todo este tiempo muerto
entre los dedos,
entre las sábanas
entre los recuerdos.
no descansar,
hasta que las mismas calles
vuelvan a ser las mismas
hasta que el lenguaje
de apoco,
te vaya tomando de la mano
te haga decir lo que piensas
no cuando lo piensas,
sino cuando sea necesario.
No descansar
hasta que el cristal de tus ojos
se derrame
y no vuelvas a ser la misma nuca
y no quieras volver a ser la misma.
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