domingo

Escribir así estaba bien para cuando tenía 16 años y un millón de expectativas. Pero en ese tiempo comenzé a desesperarme. Comencé a sentirme vieja (paradójicamente ahora no lo siento tanto: la piel se derrama sin que yo pueda sostenerla, pero mi cerebro sigue, en ciertos lapsos de la noche, sigue recordardando)

Quizá se acerca más el final, Nazira. Quizá estas crisis en las que me pongo a escribir a la luz de las lámparas de neón del hospital sea el preludio de que por fin habrá calma. No quisiera que leyeras estas letras y pensaras que tu abuela es una víctima. En todo caso, piensa mejor que nunca dejé de sorprenderme...

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